Las exportaciones petroleras de Venezuela alcanzaron en agosto su nivel más alto en nueve meses, superando los 966.000 barriles diarios. El repunte se atribuye a la reanudación de los envíos hacia Estados Unidos por parte de Chevron, tras recibir una licencia restringida del Departamento del Tesoro, y al sostenido flujo de cargamentos hacia China, principal destino del crudo venezolano.
La autorización a Chevron —uno de los socios clave de PDVSA— marca un giro estratégico en medio de las sanciones vigentes, permitiendo que el petróleo venezolano regrese al mercado estadounidense tras una pausa de cuatro meses. En paralelo, la estabilidad operativa en la Faja del Orinoco, sin interrupciones en los mejoradores de crudo ni en las plantas de mezcla, favoreció el incremento de inventarios y exportaciones.
Redistribución de destinos y señales geopolíticas
China absorbió el 85 % de los flujos petroleros venezolanos, una leve baja respecto al 95 % registrado en julio. Estados Unidos recibió unos 60.000 barriles diarios a través de Chevron, mientras que Cuba importó cerca de 29.000 bpd. Europa, por su parte, recibió cargamentos de metanol, ampliando el espectro de derivados exportados.
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En total, Venezuela despachó 275.000 toneladas métricas de derivados y petroquímicos, el volumen más alto desde mayo. Además, incrementó sus importaciones de petróleo ligero y nafta —insumos clave para diluir el crudo extrapesado— alcanzando los 99.000 bpd, frente a los 58.000 de julio.
Chevron como bisagra energética
La reactivación de Chevron no solo representa un alivio para las refinerías estadounidenses adaptadas al crudo pesado venezolano, sino que también reconfigura el tablero energético regional. En un contexto de tensiones diplomáticas y narrativas cruzadas entre Washington y Caracas, el retorno de los tanqueros marca una paradoja: mientras se endurecen los discursos, se flexibilizan los flujos.
La licencia otorgada a Chevron podría interpretarse como una válvula de escape económica, pero también como un gesto de pragmatismo energético en medio de la volatilidad global. Venezuela, por su parte, capitaliza la oportunidad para reposicionarse en el mercado internacional, aunque bajo condiciones aún sujetas a revisión.
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