Veinte años después de haber abandonado la base militar de Roosevelt Roads en Ceiba, Puerto Rico, Estados Unidos ha vuelto a utilizarla como plataforma estratégica en medio de un despliegue militar que ha reactivado las tensiones con Venezuela. Aviones F-35, helicópteros Sikorsky y naves de carga pesada han aterrizado en el aeropuerto José Aponte de la Torre, enclavado en los más de 8.000 acres de la antigua instalación naval.
Aunque los edificios están en ruinas y el lugar carece de servicios básicos, su ubicación geopolítica ha recobrado valor. La visita del secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, y del jefe del Estado Mayor Conjunto, Dan Caine, confirmó el interés estratégico en el marco de operaciones contra el narcotráfico que, según Caracas, son una excusa para presionar militarmente.
El presidente Trump ha justificado los ataques a embarcaciones venezolanas como parte de su lucha contra el crimen transnacional y el grupo Tren de Aragua, considerado organización terrorista por Washington. En paralelo, el gobierno venezolano denunció la presencia de submarinos nucleares y calificó la maniobra como una amenaza sin precedentes en el continente.
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Expertos como Javier Colón Morera, de la Universidad de Puerto Rico, señalan que Roosevelt Roads funciona como un “zapato viejo”: una infraestructura olvidada que puede ser reutilizada en momentos de necesidad estratégica. En este caso, el Caribe se ha convertido en tablero de maniobras, donde cada movimiento militar puede escalar hacia un conflicto abierto.
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