Más de 270.000 personas han firmado una petición para destituir a David Baszucki, CEO de Roblox Corporation, tras la expulsión del youtuber Schlep, conocido por exponer a presuntos depredadores dentro de la plataforma. El conflicto no solo sacudió a la comunidad gamer, sino que abrió un debate urgente sobre seguridad infantil, censura y responsabilidad corporativa en entornos digitales.
El detonante: Schlep, el vigilante incómodo
Schlep, creador de contenido con más de 650.000 suscriptores en YouTube, fue expulsado de Roblox y recibió una carta de cese y desistimiento por parte de la empresa. Su “caza de depredadores” —una serie de investigaciones encubiertas que, según él, llevaron al arresto de seis sospechosos— fue considerada por Roblox como una violación a sus normas de comunidad. La empresa argumentó que sus métodos no solo interferían con los protocolos de seguridad, sino que exponían a los usuarios a mayores riesgos.
La reacción fue inmediata. Miles de usuarios interpretaron la medida como una represalia contra quien intentaba proteger a los menores. La carta legal, publicada por Schlep en redes sociales, fue vista como un intento de silenciar a una voz incómoda en lugar de abordar el problema de fondo.
La petición: un grito colectivo por transparencia
La campaña en Change.org que exige la renuncia de Baszucki superó las 270.000 firmas en pocos días. Los impulsores acusan a Roblox de negligencia sistemática: permitir la circulación de contenido peligroso, ignorar denuncias de explotación infantil y castigar a quienes intentan exponer estas prácticas.
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El periodista Chris Hansen, conocido por su programa To Catch a Predator, anunció que está investigando la explotación infantil en Roblox, en coordinación con Schlep y autoridades estadounidenses. La polémica escaló de un caso puntual a una denuncia estructural sobre cómo se gestiona la seguridad en plataformas masivas.
¿Vigilantismo o activismo digital?
Roblox defendió su decisión alegando que las acciones de Schlep representaban “vigilantismo” y que ponían en riesgo a la comunidad. Sin embargo, para muchos usuarios, el verdadero riesgo es la pasividad institucional frente a los abusos. La controversia plantea una pregunta incómoda: ¿quién protege realmente a los niños en los mundos virtuales?
Más allá del juego: el símbolo de una era
Lo que comenzó como una disputa entre un creador y una corporación se convirtió en un símbolo de algo mayor: el poder de las comunidades digitales para exigir ética, transparencia y justicia. En tiempos donde los algoritmos moderan más que los humanos, la historia de Schlep y Roblox revela una grieta profunda entre la intención corporativa y la percepción pública.
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