El ejército israelí anunció este domingo una nueva fase de su ofensiva militar en la Franja de Gaza, centrada en la captura de Ciudad de Gaza, el mayor núcleo urbano del enclave palestino, y en la eliminación definitiva del movimiento islamista Hamás. La operación, aprobada por el gabinete de seguridad a principios de mes, podría implicar el desplazamiento forzado de cerca de un millón de palestinos.
«Hoy aprobamos el plan para la próxima fase de la guerra», declaró el jefe del Estado Mayor, teniente general Eyal Zamir, durante una visita a la zona de conflicto. Según el comunicado oficial, las fuerzas israelíes «mantendrán el impulso» de la ofensiva iniciada en mayo, con el objetivo de golpear «de manera decisiva» a Hamás, considerado por Israel como una organización terrorista.
Ciudad de Gaza, nuevo epicentro del conflicto.
La ofensiva se concentrará en el norte del territorio, especialmente en Ciudad de Gaza y los campos de refugiados centrales, que Israel identifica como los últimos bastiones operativos del grupo islamista. «Seguiremos atacando hasta la derrota decisiva de Hamás, manteniendo siempre a los rehenes en el primer plano de nuestras preocupaciones», afirmó Zamir, en referencia a los cautivos israelíes aún retenidos por la organización palestina.
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El plan contempla una ocupación territorial más profunda, con la meta explícita de tomar el control total de la Franja de Gaza. Esta estrategia, según fuentes militares, podría requerir la reubicación masiva de la población civil, en medio de un escenario humanitario ya devastado por meses de bombardeos, escasez de alimentos y colapso de servicios básicos.
Escalada y consecuencias.
La decisión de ampliar la ofensiva ha generado preocupación internacional por el posible agravamiento de la crisis humanitaria en Gaza. Organismos de derechos humanos advierten sobre el riesgo de desplazamientos forzados, violaciones al derecho internacional y el impacto sobre la población civil atrapada entre los combates.
Mientras tanto, Hamás mantiene presencia en zonas densamente pobladas, lo que complica las operaciones militares y eleva el costo humano del conflicto. La comunidad internacional sigue dividida entre el respaldo a la seguridad israelí y las demandas de protección para los civiles palestinos.