Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez anunciaron su compromiso tras ocho años de relación, pero fue el anillo el que acaparó todas las miradas. La joya, valorada entre 6 y 10 millones de euros, se posiciona como una de las más lujosas del mundo del espectáculo y el deporte. Con un diamante central de corte ovalado de entre 40 y 45 quilates, calidad D-Flawless y engaste en oro blanco, la pieza fue elaborada por la prestigiosa joyería bilbaína Damaso Martínez.
La piedra, que le llega hasta el nudillo, ha sido calificada por expertos como “uno de los diamantes más raros y exquisitos del mundo”. Su pureza y tamaño la colocan por encima de las que recibieron celebridades como Mariah Carey, Kim Kardashian o Lauren Sánchez.
Un gesto que trasciende el lujo
La publicación de Georgina en redes sociales, con el mensaje “Sí, quiero. En esta y en todas mis vidas”, generó una ola de reacciones globales. Más allá del valor económico, el anillo simboliza una historia de amor que comenzó en 2016 en una tienda de Gucci en Madrid y que hoy se consolida con una pieza digna de museo.
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Diamantes que marcaron época
El anillo de Georgina se suma a una lista de joyas legendarias que han definido el imaginario del lujo:
- Elizabeth Taylor recibió en 1969 un diamante de 69,42 quilates de parte de Richard Burton, adquirido por US$ 1 millón. Hoy su valor se estima en más de US$ 8 millones.
- Gucci Mane sorprendió a su esposa con un diamante ovalado de 60 quilates, superando el de 25 quilates con el que le propuso matrimonio.
- El Diamante Hope, de 45,52 quilates, es uno de los más famosos del mundo, rodeado de leyendas y expuesto en el Museo Smithsoniano.
- El Cullinan, el más grande jamás hallado, pesaba 3.106 quilates en bruto y fue tallado en varias piezas que hoy adornan las Joyas de la Corona Británica.
Una joya que ya es ícono
La elección de una firma española para diseñar el anillo refuerza el vínculo de Georgina con sus raíces y consolida a Damaso Martínez como referente de la alta joyería internacional. En un mundo donde el lujo suele ser efímero, esta pieza se proyecta como símbolo de permanencia, exclusividad y narrativa personal.