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Ubicado en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el Muro de los Lamentos es uno de los sitios más sagrados del judaísmo y un punto de peregrinación para millones de personas cada año. Este muro es el único vestigio que queda del Segundo Templo de Jerusalén, destruido por los romanos.

Origen del Nombre

El nombre “Muro de los Lamentos” proviene de la tradición judía de acudir al sitio para rezar y lamentar la destrucción del templo. Durante siglos, los peregrinos han expresado su dolor por la pérdida del templo y la expulsión de su pueblo, lo que llevó a viajeros europeos y cronistas cristianos a popularizar el término. Sin embargo, en el judaísmo se le conoce como “HaKotel HaMa’araví” (Muro Occidental), ya que es el muro oeste del antiguo recinto del templo.

Historia

El Segundo Templo fue construido y ampliado por Herodes el Grande. Posteriormente, las legiones romanas lideradas por Tito destruyeron el templo, dejando en pie solo una parte del muro exterior. Según registros históricos, Tito permitió que el muro permaneciera como un recordatorio de la victoria romana sobre Judea. Para el pueblo judío, la preservación de este muro fue interpretada como un acto divino, simbolizando la promesa de Dios de mantener un vestigio de su alianza eterna.

El Muro Hoy

Actualmente, el Muro de los Lamentos sigue siendo un centro espiritual y cultural. Es tradición colocar pequeños papelitos con oraciones y deseos entre sus piedras. Además, el sitio es escenario de ceremonias religiosas, rezos colectivos y eventos como el Bar Mitzvá. A pesar de las divisiones políticas y religiosas en la región, el muro sigue siendo un símbolo de fe, resistencia y esperanza.

Este monumento histórico no solo representa la espiritualidad judía, sino también la resiliencia de un pueblo que ha mantenido su conexión con el pasado a lo largo de los siglos.


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